El lado oscuro de las canciones felices: cómo la música sirve para manipular a las personas

Desde ese grito característico al inicio de la canción, hasta el contagioso acorde de la guitarra que sigue a cada parte de la letra, hacen de “I feel good”, de James Brown, una receta para la felicidad.
Pudiera decirse que esta icónica pieza es una de las más alegres que se haya compuesto en todos los tiempos, capaz de acelerarte el corazón, hacerte sacudir la cabeza y alzar tu puño al aire al ritmo de la música.
Sin embargo, a pesar de todo ese jolgorio, al parecer hay algo siniestro acechando detrás de la letra pegajosa y el energético estilo de James Brown.
“En la vida real, la música es utilizada para manipular a las personas en todos los sentidos”, explica Naomi Ziv, psicóloga en el Universidad de Estudios Académicos de Gerencia, en Israel.
“La música puede hacer a la gente más obediente, agresiva e incluso racista”.
Estos descubrimientos recientes son un duro contraste con presunciones de larga data, incluyendo las creencias de que el rap furioso y el rock metálico, interpretado por artistas como Eminem y Marilyn Manson, pueden incitar a la violencia.
¿Qué tan peligrosa puede ser la influencia de la música?
Rap para relajarse
La psicóloga Genevieve Dingle y sus colegas de la Universidad de Queensland, en Australia, sugieren que la música como la de Manson puede ayudar a suavizar nuestros impulsos más agresivos.
Este equipo desarrolló un experimento donde pedían a las personas que hablaran sobre una situación en la que un amigo los hubiese hecho enojar y luego les colocaban heavy metal.
Después de escuchar la música, los participantes reportaron muchas más emociones positivas, que aquellos que permanecieron sentados en silencio.
“Escuchar música extrema puede convertirse en una manera saludable para procesar la rabia de estos individuos“, comenta Dingle.
Mozart, peligroso
Frente a eso, la investigación de Ziv sugiere que las canciones “fáciles de escuchar” pueden ser más peligrosas.
Por mencionar un caso, en el 2011 concluyó que la música tenía el poder de alterar el juicio moral de las personas.
Ella le pidió a un grupo de voluntarios que escucharan un comercial ficticio sobre una página web que ofrecía documentos falsos para permitir a las personas reclamar una pensión más alta.
Con información de la BBC.
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